lunes, 18 de febrero de 2008

El mundo Tule se hace moda

Móla es, en lengua Tule, blusa de mujer. Pero esta artesanía se aplica al vestuario y los accesorios de ambos sexos.

Cuando Jobita González, la presidenta de la Asociación de Mujeres Artesanas del Pueblo Tule, Amaitule, visitó Medellín, Maribel Gordillo Correa la llevó a las tiendas de molas de la ciudad. Al fin de cuentas en su comunidad, Caimán Nuevo, de Necoclí, muchas de las mujeres que representa se dedican a la fabricación de estos elementos.

Celebró la prolijidad de artículos en los que se aplican las molas: cuadros decorativos, bolsos, billeteras, monederas, cinturones, balacas, blusas femeninas y hasta camisas de hombre. Celebró todo esto, aunque nada resultara desconocido para ella; ni siquiera las prendas masculinas, a pesar de que entre los Tule o Cuna (situados en Caimán Nuevo -Necoclí-, y en los lados chocoano y panameño del Darién) los hombres no lleven molas. Esta expresión significa blusa, es decir, la prenda superior del vestuario de las mujeres -no solo de las mujeres tules, sino de las demás, a quienes ellas llaman libres-.

Jobita lamentó que los fabricantes de calzado fraccionaran las molas según las formas de la capellada. ¡Cortar una artesanía, que es única e irrepetible! Y comentó que deberían encargar más bien a las mujeres que hagan molas pequeñas, casi minimalistas, que se ajusten a esas formas, en lugar de cometer semejante sacrilegio.

Esos comentarios fueron anotados por su acompañante, Maribel Gordillo Correa, estudiante de Artes de la Universidad de Antioquia, quien aspira graduarse con una tesis acerca de las molas en la industria de la moda.

Empezó ese estudio hace unos meses, con la idea de que los Tules seguro estaban molestos por el uso comercial de las molas (que por extensión se le llama a las manualidades sobre tela que hacen las mujeres tules), sabiendo que estas artesanías han representado ancestralmente el mundo mítico de esa nación aborigen. Que las mujeres representan en ellas su mundo, su entorno. Pero en su visita a Caimán Nuevo, el resguardo situado en Necoclí, se encontró con lo contrario: ese pueblo está contento de que las molas sean reconocidas y tengan el comercio, pues constituye una forma importante de ingresos.

Las molas son figuras de tela sobre tela. Se dice que las mujeres las han elaborado desde el siglo XIX y en ellas han representado su paisaje, su entorno, rodeado de figuras geométricas y siempre en colores vistosos en los que el negro y el rojo son predominantes.

Según Maribel, para esta nación del noroccidente del país, esos dos colores tienen originalmente un sentido mágico: el rojo protege a las personas de la enfermedad; el negro, de los malos espíritus. Dichas geometrías y colores también se ven en las manillas y tobilleras de chaquira que ellas fabrican.

Y en cuanto a las figuras, especialmente animales, plantas, ríos, aspectos del paisaje, de su cosmogonía y mitología. Por supuesto que todo esto ha cambiado con el tiempo. Hasta hace medio siglo era fácil encontrar los micos en los árboles cercanos, los cuales incluso hacían parte de su dieta alimenticia. Pero hoy estos animales, y otros como las guacamayas, se han ido extinguiendo y habitan más en las historias de los mayores. Las mujeres artesanas representan peces, patos, tortugas, árboles... y hasta a Pokemón, el personaje de las aventuras infantiles de televisión, y helicópteros de guerra, pues todo esto hace parte de su entorno. Hasta la escena de san José, la Virgen María y el Niño Jesús en el pesebre llegan a representar, puesto que la aculturación y, dentro de ésta, la evangelización, ha sido fuerte en esas comunidades. Pero claro, siguen primando las figuras alusivas a la Naturaleza.

"Me di cuenta de que yo era romántica -cuenta Maribel-. Las mujeres tules, están felices con el mercado. Si primero trabajaban sólo en telas de fibras naturales, hoy hacen las molas hasta en vestidos de baño de lycra".

A veces se ven molas en que las figuras se duplican. Esta duplicidad obedece a la búsqueda de un equilibrio visual que las artesanas quieren lograr en sus obras.

Otro que también se mortifica con el fraccionamiento de las molas en la fabricación de zapatos es Andrés Hincapié. Artesano y comerciante. Con su hermano, Carlos Mario, provee de objetos tules la tienda de la Mola del Museo de Antioquia. Él sufre con el corte que hacen de las molas, pues en veinte años ha aprendido a amarlas y hasta colecciona las raras o las de más laboriosa elaboración. "Las molas tienen varias propiedades: su geometría produce un efecto óptico de movimiento, profundidad y tridimensionalidad".

No conoce a los Cuna o Tule de Necoclí, sino a los de Sapsurro e Islas de San Blas. Los dos hermanos llevan hasta allá prendas enteras o piezas cortadas, para que las artesanas cosan la mola en ella misma. Fabrican camisas de hombre y mujer desde hace diez años y accesorios desde el 2005. Andrés se duele con la partición de las molas para los zapatos, pero se aguanta, porque "el calzado tiene buena salida".

Las molas, pues, tienen su apogeo. Ahora la reina de Antioquia, María Antonia Moncada, obtuvo el premio al mejor traje, con un vestido basado en estas artesanías ancestrales. Su diseñadora, Gloria Rodríguez, dice que acudió a las molas porque quería un vestido poco común, como sí lo era el traje tradicional antioqueño. Optó por combinar elementos de pollera -tema asignado en el concurso- con los trabajos tules. "La moda es retro -señala-. Se devuelve. Retorna a cosas de épocas pasadas".

Tomado de EL COLOMBIANO, noviembre 25 de 2007.

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